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MODELO “COVA” DE IDENTIFICACIÓN Y CUANTIFICACIÓN DE IMPACTOS ESTÉTICOS DE ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS EN NÚCLEOS URBANOS Y RURALES.

 Autora: Mª Begoña Peris Martínez

 Ingeniero Agrónomo, Universidad Politécnica  de Valencia

Máster en Procesos Contaminantes y Técnicas de Defensa del Medio Natural por la Universidad Politécnica de Madrid

Resumen:

Miembro de la Asociación Española de Economía Agraria
El paisaje es un recurso natural que posee valores estéticos, educativos y culturales,  por lo que debe ser gestionado, protegido, conservado, y en su caso, restaurado. Los paisajes urbanos están compuestos por numerosas edificaciones que influyen en su visualización, mientras que las construcciones rurales son un tipo de elemento que, por sus dimensiones y localización, influyen notablemente en la apreciación estética de una escena. Por otra parte, la importancia creciente del paisaje como recurso natural y de las construcciones como factor que afecta a la belleza paisajística y calidad de vida o bienestar social, evidencia la necesidad de identificar y cuantificar los impactos  estéticos, tanto  negativos como positivos, en ambos casos generadores  de ineficiencia. La ineficiencia justificaría, en caso de impactos negativos,  la actuación de la administración por medio de  sanciones o  acciones de integración paisajística  a costa del titular del elemento y  en caso de impactos positivos, exenciones fiscales. Ante la inexistencia de un método oficial de identificación y cuantificación de impactos estéticos de los elementos constructivos en núcleos urbanos y rurales, se propone un modelo  (COVA) que facilitará la planificación y toma de decisiones.

Palabras clave:

Paisaje, modelo, valoración, impacto, estético, visual, externalidad, color, forma, internalizar, construcción, elementos, cubiertas, textura, administración, sanciones, exenciones, línea, escala, patrimonio.

Introducción

 

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), ya estableció en el marco de su Conferencia General celebrada  entre el 9 de noviembre al 12 de diciembre de 1962, una “recomendación relativa a la protección de la belleza y el carácter de los lugares y paisajes”, recordando que en  todas las épocas, la acción del hombre ha causado daño a la belleza y al carácter de lugares y paisajes que constituían el  ambiente natural de su existencia, empobreciendo el patrimonio cultural , estético e incluso vital de regiones enteras en todas partes del mundo.

En dicho documento de recomendación, se recogía como un principio general, que respecto a la  construcción de toda clase de edificios (públicos o privados), los planes deberían ser concebidos de modo que se respetaran ciertas exigencias estéticas relativas al propio edificio y  la armonía con el conjunto que se pretendía proteger, evitando caer en una fácil imitación de ciertas formas tradicionales y pintorescas. De esta forma, la UNESCO ponía de manifiesto la importancia de los impactos estéticos de los elementos constructivos en el paisaje.

Sin embargo, al margen de los mínimos que establezcan las distintas normativas, los proyectistas deberían  tener en cuenta en la elección de los materiales de construcción, el emplazamiento y las relaciones de texturas y colores.

Respecto al concepto paisaje, muchas son las definiciones que podemos encontrar del mismo, entre ellas la  que recoge  la Convención Europea del Paisaje (Florencia, 2000) «cualquier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones» y la de paisaje cultural ofrecida en la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO (Paris, 1972) como “el resultado de la acción del desarrollo de actividades humanas en un territorio concreto, cuyos componentes identificativos son: el sustrato natural (orografía, suelo, vegetación, agua); la acción humana (modificación y/o alteración de los elementos naturales y construcciones para una finalidad concreta); y la actividad desarrollada (componente funcional en relación con la economía, formas

de vida, creencias, cultura…). Así pues, el paisaje cultural es una realidad compleja, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo identifica como tal”.

Por tanto, el paisaje constituye  un aspecto fundamental en la caracterización del territorio, un recurso esencial cuyo valor y aprovechamiento están cobrando cada vez más importancia tras las últimas décadas, al haberse reconocido éste como un patrimonio común de toda la humanidad y un elemento fundamental de su calidad de vida, caracterizando  una zona y siendo percibido mediante la vista

Respecto al valor estético del paisaje urbano, diversos autores (Cullen, 1974; Arnheim, 1978; Bailly, 1979; Lynch, 1992; Briceño y Gil, 2005), afirman que las experiencias estéticas tienen una integridad, coherencia y unidad que las hace resaltar de las experiencias y el flujo de la vida cotidiana. Kant, en la Crítica del Juicio, se refiere a éstas como placer “desinteresado”, lo que significa que durante la experiencia estética se observa el objeto sin querer adquirirlo, lo que produce una experiencia especial simplemente al verlo. Este efecto constituye, pues, una externalidad positiva.

Los elementos constructivos  generan externalidades positivas si son estéticos o negativas en caso contrario. Recordemos que un activo genera externalidades negativas si produce perjuicio a terceros  y éstos no reciben compensación a cambio,  y positivas si  produce beneficios y los titulares  no reciben bonificación por ello. Las externalidades se caracterizan por generar  ineficiencia y en estos casos, la administración puede actuar internalizando  las mismas, por ejemplo, mediante la imposición de multas a los titulares de  elementos que generen  impacto negativo ( o  implantación de acciones de integración paisajística del elemento antiestético  a costa del titular). En el caso  de externalidades positivas, la internalización se puede conseguir  mediante bonificaciones en forma de exenciones fiscales a los titulares de  los elementos constructivos.

En cualquier caso, internalizar las externalidades es imposible sin una previa identificación y cuantificación de impactos estéticos de elementos constructivos en núcleos urbanos y áreas rurales, y ante la falta de un modelo oficial, se propone la  siguiente metodología que contempla criterios como el color, la textura de los materiales, líneas, formas, escala y espacio.

Metodología

Se compone de dos fases:

-Estudio del impacto visual de construcciones rurales en el paisaje.

-Estudio del impacto estético de elementos constructivos en el núcleo urbano

Ambas fases se componen, a su vez,  de seis apartados:

1-Zonificación del término municipal y división de cada zona en  áreas de trabajo.

2-Determinar las variables que la normativa municipal contempla

Por lo general, las principales variables señaladas por la normativa  son:

– número de plantas.

– inclinación de la cubierta.

– color de las fachadas.

– huecos en las fachadas.

– materiales de las fachadas.

– carpinterías de las fachadas.

– materiales de las cubiertas.

– color de las cubiertas.

– diseño de plantas.

– anuncios y carteles publicitarios exteriores.

– colocación de los contadores eléctricos en las fachadas

3- Recorrido de reconocimiento de cada área.

Se anotarán en un cuaderno  las variables que más llamen la atención en relación a los recursos estéticos (altura de edificios, forma de las cubiertas, color, textura, interrupción de la línea del horizonte, tapar vistas y fragmentación del espacio)

4. Consulta de fotografías aéreas de la zona

Del estudio puede detectarse impactos estéticos por:

-color de cubiertas (poca homogeneidad, muchos cambios de colores)

-color de fachadas, que unido al de cubierta permite establecer analogía cromática con el paisaje.

-inclinación y forma de la cubierta

-altura de edificios

-agrupación de edificios

5- Estudio sobre el terreno de cada área de  zona:

Se cumplimentará  una ficha por cada elemento constructivo  que genere  impacto estético del paisaje. Seguidamente plantearemos el  Modelo general (COVA) para “i” número  de criterios , posteriormente señalaremos   el Modelo de Ficha basado en la consideración de cinco criterios (color, textura de materiales, líneas y formas, escala y espacio)

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