Autores:
1. Rafael Enrique Navas Acevedo. Economista. Especialista en Administración de Empresas. Investigador Corporación Universitaria de Ciencia y Desarrollo UNICIENCIA. Centro de Investigación y Servicio Empresarial. Dirección: Cra. 12 # 37. Bucaramanga, Colombia. Email: rafaele.navasa@unicienciabga.edu.co
2. Diana Marcela García Estévez. Economista, Universidad Industrial de Santander. Docente de Investigación, Corporación Universitaria de Ciencia y Desarrollo UNICIENCIA. Centro de Investigación y Servicio Empresarial. Dirección: Cra. 12 # 37. Bucaramanga, Colombia. Email: dianam.garciae@unicienciabga.edu.co
3. Hernán Rodríguez Hernández Ingeniero Industrial, Universidad Industrial de Santander. Especialista en Evaluación, Formulación y Gerencia de Proyectos. Investigador Corporación Universitaria de Ciencia y Desarrollo UNICIENCIA. Centro de Investigación y Servicio Empresarial. Dirección: Cra. 12 # 37. Bucaramanga, Colombia. Email: herohe55@unicienciabga.edu.co
RESUMEN:
El cambio climático es una realidad y sus consecuencias irreversibles se convierten en amenaza total para la supervivencia de las próximas generaciones. Este artículo presenta los daños causados por el fenómeno y los riesgos que tiene el cambio climático en el desarrollo, en los impactos que se generan en la sociedad y la amenaza que presenta en el bienestar humano. El cambio climático no solo es ambiental, sino que genera profundas consecuencias sociales, económicas y políticas. Pese a la existencia de planes que contribuyen a combatir y controlar los daños causados por el fenómeno, es decir, la emisión de los gases efecto invernadero provenientes del uso indiscriminado de combustibles fósiles, estos esfuerzos no tienen real importancia. Con esto, el cambio climático se convierte en la más importante falla del mercado vista desde la perspectiva económica.
PALABRAS CLAVE:
Desarrollo, bienestar social, cambio climático, gases efecto de invernadero, supervivencia.
1. IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Colombia es uno de los siete países más megadiversos del mundo con un ecosistema de bosque tropical que representa el 0.7% de su superficie terrestre, albergando el 10% de la biodiversidad, representada en sabanas llaneras, bosques húmedos tropicales y en general una gran variedad de ecosistemas (Tapasco, y otros, 2015). Esto indica que es uno de los más ricos del mundo en cuanto a recursos naturales, ocupando el quinto lugar en recursos hídricos.
Frente a este escenario tan diverso, Colombia es uno de los países que está destruyendo aceleradamente los recursos del planeta, comprometiendo así su presente y futuro (Rodríguez Becerra, 1994)
Los países en desarrollo tienen una cuarta parte de su población viviendo con menos de US$ 1 al día. Asimismo 1.000 millones de personas no disponen de agua potable; 1.600 millones de energía eléctrica y cerca de 3.000 millones carecen de servicios de saneamiento básico. Las cifras de niños malnutridos también asustan. Hacer frente a estos problemas sociales sigue siendo la prioridad de estas naciones, enfocados en reducir la pobreza y generar progreso; no obstante esta labor se vuelve ardua debido al cambio climático, fenómeno que amenaza al mundo pero que deja con mayor vulnerabilidad a los países en vía de desarrollo (Banco Mundial, 2010).
En los últimos años las actividades humanas, las actividades industriales, el sector transporte y demás han incrementado la generación de gases de efecto de invernadero y las consecuencias que se producen en el clima global (Robles, Näslund, Ramos, & Paredes, 2015). El calentamiento global pasó de ser un mito, para convertirse en una realidad, que llama fuertemente la atención de la sociedad global y de las instituciones de variada índole.
El cambio climático es la variación climática de la Tierra. Se presenta principalmente por causas naturales y por las acciones de los seres humanos; se produce a diversas escalas de tiempo y sobre cualquier tipo de parámetro climático, la temperatura, las precipitaciones, el nivel del mar, entre otros (Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente , s.f.).
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) define el cambio climático como el fenómeno generado por las actividades de los seres humanos, encargándose de alterar la composición normal de la capa de la atmósfera mundial y generando una variabilidad en el clima que afecta directamente la supervivencia en la tierra de ecosistemas naturales y de la misma especie humana (Samaniego, 2009).
Desde la revolución industrial, la concentración de gases de efecto de invernadero en la capa atmosférica ha ido en aumento notablemente. Estos gases son principalmente, el metano, el óxido nitroso, el dióxido de carbono, el vapor de agua, los hidrofluorocarbonos, entre otros, conocidos como GEI. La generación de esta clase de gases se debe en su mayoría a las frecuentes actividades humanas, a la quema de combustibles fósiles, el cambio de uso de la tierra, a la tenencia de ganado, a la agricultura, entre otras (IPCC, 2007).
El clima se ve afectado por el consumo de combustibles fósiles como el gas natural, el carbón y el petróleo. El uso de esta clase de combustibles produce y libera a la atmosfera dióxido de carbono y demás gases efecto invernadero. La cadena continua, esta liberación de gases genera un aumento irreversible en la temperatura del planeta, ocasionando daños en el medio ambiente y en todas sus especies. De esta manera se provoca el cambio climático, fenómeno que genera una alta concentración de gases y que provoca que la Tierra retenga más calor.
Los gases efecto invernadero saturan la capa atmosférica dificultando la salida de calor hacia el espacio. Son llamados así por los residuos fosilizados de animales y plantas que fueron enterrados bajo el suelo permaneciendo allí por cientos de millones de años hasta cuando en la revolución Industrial fueron emprendidas actividades productivas para lograr su extracción (Cano, 2008).
Debido a la contaminación tan alta que provocó el hombre al botar residuos de todo tipo al mar y a las diferentes fuentes hídricas, la disponibilidad de agua potable es cada vez más escasa para la preservación de la especie humana y animal. Por eso ya se están implementando acciones de extracción en las aguas subterráneas que son cerca del 29% del total de agua dulce en el mundo para abastecer la agricultura, las actividades de los hogares y de la industria, las fuentes de energía eléctrica, entre otras. Todo en conjunto, provocando una disminución en las reservas de agua que hay en el planeta y atentando contra su conservación (Robles, Näslund, Ramos, & Paredes, 2015).
Se percibe que el clima ha tenido una variación en los últimos 200 años, mostrando un incremento gradual en la temperatura. De acuerdo al Banco Mundial (2014) esto se debe al uso excesivo de combustibles fósiles o hidrocarburos. En las últimas décadas las personas aumentaron el consumo de gas natural, petróleo, carbón y en consecuencia, generaron grandes cantidades de CO2, uno de los dañinos GEI. Lo que esto provoca, que la capa atmosférica sea cada día incapaz de retener el calor que se produce, por eso se ha llegado a que en los últimos 150 años la temperatura promedio de la tierra aumente en aproximadamente 0,70C. Si bien esos gases efecto de invernadero no se producen con la misma intensidad en cada región de la tierra, la atmósfera, que es una sola, tiene unos patrones de circulación que hace que la contaminación sea igual para todo el planeta (Robles, Näslund, Ramos, & Paredes, 2015).
No obstante, estos GEI también generan beneficios. Debido a su existencia en la atmósfera, permiten que el calor que va desde el sol hacia la tierra no se disperse en su totalidad, es decir, estos gases de alguna manera se encargan de atrapar el calor y mantener la temperatura de la tierra; de no ser así, la tierra tendría una temperatura promedio de -15oC (Robles, Näslund, Ramos, & Paredes, 2015). La controversia se presenta en el incremento de la emisión de estos GEI a la atmósfera.
Las actividades cotidianas de los seres humanos o relacionadas con la producción de un bien o servicio requieren de energía. Cuando se hace uso de algún electrodoméstico o simplemente cuando se enciende una luz, se está impactando al medio ambiente con la emisión de gases a la capa atmosférica. Desde este punto, la producción de energía eléctrica es el proceso que más genera contaminantes (Robles, Näslund, Ramos, & Paredes, 2015).
No obstante, la reducción de las emisiones de los gases efecto de invernadero puede lograrse gracias a la sustitución de fuentes de eficiencia energética y de otras acciones que promuevan la mitigación bien sea de un sector económico o de todo un territorio nacional. A lo anterior se pueden sumar las inversiones en infraestructura, tecnología y programas o proyectos que reduzcan los costos de las economías y que eviten que sus normales procesos de producción disminuyan su intensidad de carbono (Banco Mundial, 2010).
Dentro de las tecnologías alternativas se ubica la solar, la eólica, el biogás, y la biomasa, entre otras. Pese a la comprobación acerca de que las tecnologías alternativas tienen todas las ventajas positivas en cuanto al tema ambiental, debido a la no generación de combustibles fósiles, su uso aun no es no es tan común, lo que genera ciertas limitaciones en la disponibilidad y mantenimiento (Robles, Näslund, Ramos, & Paredes, 2015). De alguna manera, el cambio climático que perjudica a Colombia podría servir como una oportunidad para ayudar a las hidroeléctricas en la generación de energía, por ejemplo, con tantos días de fuerte sol se lograría sacar provecho de este y generar energía solar, con estas nuevas energías se podría apoyar gradualmente con los efectos que provocan los fenómenos ambientales.
No obstante, no se descarta la hipótesis de que en el caso de una disminución de las emisiones de los gases efecto de invernadero, el calentamiento global y la elevación del nivel del mar continúen por varios años, debido al almacenamiento que persiste en la capa atmosférica (Cano, 2008).
2. EL CAMBIO CLIMÁTICO UN PROBLEMA QUE SE SUMA A LA CRISIS SOCIAL DE LOS PAÍSES EN DESARROLLO
El cambio climático altera a todo el planeta Tierra, pero los países en desarrollo están más expuestos y no poseen capacidad de resistencia a los riesgos climáticos. Por ejemplo, un aumento en la temperatura provocaría una disminución constante en el ingreso anual per cápita de entre 4% y 5%. Asimismo, América Latina y el Caribe se ve amenazada por la supervivencia de sus ecosistemas naturales (Banco Mundial, 2010).
Dentro de los impactos económicos generados por el cambio climático en Colombia, de acuerdo al BID, la CEPAL y el DNP, se encuentra que en el período comprendido entre los años 1980-2010, la tasa de muertos, heridos y personas afectadas por desastres naturales ha aumentado en un 20%; esto a su vez ha generado caídas en el PIB nacional de aproximadamente 1,5% (Calderón, y otros, 2014).
Los cambios climáticos que actualmente se evidencian no son solamente cambios derivados de la naturaleza, al contrario, son producidos por la intervención en los ecosistemas de la especie humana.
Es muy probable que las actividades humanas hayan provocado el calentamiento global; cambios como el aumento en 17 cm en el nivel del mar; en el periodo 1906-2005 la temperatura mundial se incrementó en 0.74oC; la salinidad de los océanos, sequías y precipitaciones incrementaron; olas de calor más frecuentes; ciclones tropicales más terribles, huracanes, vientos fuertes; derretimiento de la nieve de los glaciales y superficie heladas, entre otros (IPCC, 2007). El Banco Mundial (2014) ratifica que la tasa de acidificación actual es la más alta en los últimos 300 millones de años y las tasas de aumento en el nivel del mar son las más altas en 6000 años.
Los diversos riesgos climáticos que genera el cambio climático global, afecta a Colombia desde diferentes perspectivas; primero, en la infraestructura, el país tendrá que incurrir en elevados costos de transporte de mercancías y de pasajeros dentro del territorio nacional, debido al mal estado de las vías y a la sequía que afectará la navegabilidad de los ríos. Segundo, en la salud pública, se presentarán altas tasas de desnutrición e infecciones y en el aumento del número de defunciones y personas enfermas a causa de los fenómenos meteorológicos, a esto se suman los efectos de la falta de agua y alimentos o si se presenta contaminación en el recurso hídrico, las enfermedades trasmitidas por este (Samaniego, 2009). Tercero, en la capacidad de la población para hacer frente y adaptar su estilo de vida a los efectos negativos del cambio climático, en este punto se hace referencia a las inundaciones urbanas, a la contaminación de aguas potables, sequías, olas de calor más intensas y duraderas, y al incremento en los precios de los bienes y servicios.
De lo anterior, la población más afectada es la caracterizada por altos niveles de pobreza. Estos hogares por lo general cuentan con viviendas construidas con materiales poco durables e inseguros al momento de inundaciones, vientos y diversos fenómenos meteorológicos. Por lo tanto, estas estructuras son más vulnerables a daños parciales o totales, situaciones que generan altos costos económicos y sociales, porque las comunidades deben ser albergadas en sitios comunes donde fácilmente son propagadas las enfermedades infecciosas, poniendo en riesgo la salud pública.
Los hogares pobres son más vulnerables al cambio climático, debido a su dependencia de los recursos que tienen mayor relación con el clima y a su baja adaptabilidad frente a fenómenos naturales; se verá afectada su salud, el acceso al agua potable, sus viviendas e infraestructura en general, es decir, su seguridad alimentaria, energética e hídrica se verán amenazadas. Por ejemplo, en caso de que los glaciares de montaña sean deterretidos mermará la disponibilidad y el acceso al agua, este evento llegaría a afectar a la población ubicada en la región Andina, algunas partes de China e India (Cano, 2008). Ante estos fenómenos meteorológicos, las numerosas pérdidas de vidas humanas se hacen presentes, situación que exige una alta inversión del erario público en las tareas de reparación y recuperación de las viviendas y sitios afectados (Samaniego, 2009).
A los fenómenos naturales se suma la hipótesis acerca de que la humanidad siga creciendo a una tasa aproximada de 2% anual, en menos de dos milenios lograría la masa similar a la del planeta tierra, esta expansión poblacional se traduce en un comportamiento depredador de ecosistemas que limitará poco a poco los recursos disponibles así como también la destrucción de la especie humana (Naredo, 1990).
Este impacto humano se debe principalmente a las expectativas de bienestar material que se han visto en aumento, y a los problemas en el proceso de urbanización, industrialización y explotación de recursos naturales y no renovables. Esto conlleva rápidamente a un acrecentamiento en la generación de residuos sólidos, en las emisiones de subproductos industriales y contaminantes. El conjunto de estas y demás acciones se encargan de amenazar la biosfera (Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural, 2002).
Debido al incremento de la población mundial desde hace décadas y a la demanda correspondiente a los recursos naturales el cambio climático ha generado mayor impacto. Con este panorama, será muy difícil erradicar la pobreza, promover el desarrollo común y reducir la desigualdad en el mundo porque las consecuencias se reflejarán en la reducción de las cosechas, en la menor disponibilidad de los recursos naturales (energía, agua), la temperatura de la Tierra aumentará y las enfermedades se proliferarán más rápido y con más fuerza (Banco Mundial, 2014).
Con el crecimiento de la población también aumenta la producción de basuras; como el manejo de residuos no ha sido de total importancia para los seres humanos, gran cantidad de desechos tienen como destino las fuentes hídricas degradando los ecosistemas que en ellos habita y atentando contra su supervivencia en la tierra. Estas alteraciones en el ciclo del agua afectarán su purificación natural, situación que provoca menos disponibilidad a través del tiempo de este recurso. Estos factores locales afectarán la flora, la alimentación de los seres humanos y la vida humana (Näslund, Ramos, Paredes, Bolívar, & Wilches, 2015).
Hoy, cuando ciertos territorios se encuentran aportas del racionamiento de agua, por lo que pareciera una situación externa, en este caso el fenómeno del niño o el mal uso que se le da al recurso como si este no tuviera un límite, es cuando con visión de futuro se debe hacer un llamado a la protección de los recursos hídricos, que ya de por sí se han visto afectados gravemente, unas veces por la falta de conciencia de la industria y otras por el descuido institucional y la ausencia de una cultura ciudadana por la protección de los espejos de agua.
Por su parte, los sectores económicos con mayores afectaciones en Colombia son la agricultura y la ganadería. Desde 2005, la contribución del sector agrario a la economía Colombiana se ha estabilizado en 6,3% (Samaniego, 2009). El aumento en los grados de la temperatura refleja disminución en los rendimientos agrarios, reducción en las áreas cultivadas, afectaciones en las cosechas, alza en los costos de producción y por consiguiente en los precios de las materias primas para los alimentos. Asimismo, la ganadería se ve afectada por los largos tiempos de sequías, fenómeno que se materializa en la pérdida de peso del ganado y disminución en la producción de leche (Martín, 2016). Estas alteraciones afectarían la seguridad alimentaria del país debido a la reducción de los productos básicos y al aumento del precio de los mismos. De acuerdo a lo anterior, se estima que para 2050 como resultado de las presiones y efectos voraces del cambio climático, la oferta mundial de los alimentos se reduzca debido a los procesos de adaptación económica a las nuevas condiciones de productividad. Bajo este panorama, hipotéticamente se tendría que para este año la población en hambre a nivel mundial se incrementaría en 200 millones de personas y casi 600 millones en 2080 (Samaniego, 2009).
La agricultura aporta una gran contribución a la economía de los diferentes países de América Latina y el Caribe gracias al empleo que genera, a las exportaciones y en general, al dinamismo que le otorga a la economía de estos territorios. Asimismo, sigue ocupando un lugar indispensable en la producción de alimentos para el consumo interno (Samaniego,2009).
Se reafirma que el cambio climático traerá efectos negativos sobre la agricultura de subsistencia de pequeña escala porque alterará sus sistemas de secado, así como la producción agrícola de los cultivos para exportación. El sector cada día se hace más vulnerable debido a las sequías, al aumento de la temperatura y a los cambios en las precipitaciones (Banco Mundial, 2014).
El reto en el campo está determinado por la creación de señales de mercados eficaces, que hagan uso de acciones de producción más limpias y con una intensidad de uso relativamente baja de combustibles fósiles, propiciando el bienestar de la humanidad y de los ecosistemas naturales sin perturbaciones en el clima (Cano, 2008). De esta manera se apoyaría a las diferentes políticas de mitigación del cambio climático y hacer de estos, planes eficientes y exitosos.
Por otro lado, uno de los efectos irreversibles del cambio climático está relacionado con la cubierta de hielo en los glaciares y lo que esto provoca, que el almacenamiento de agua libere en los mares un aumento del nivel del mar generando que la ubicación en la línea costera se modifique y que los niveles de salinidad en el agua subterránea aumenten. Esta problemática plantea serias dificultades para las ciudades costeras, su infraestructura turística y sus activos económicos; sus poblaciones se verán afectadas por inundaciones, fenómenos como tormentas, ciclones y aumento de la erosión costera (Banco Mundial, 2014). Sin embargo, una de las incertidumbres sobre las proyecciones climáticas se presenta en si los glaciares se derriten en su totalidad los flujos de agua poco a poco se agotarán, ya que no habrá más agua liberada, lo que permitiría pensar que el nuevo flujo sería derivado solamente de la precipitación (Jensen, y otros, 2015). Si este calentamiento global continúa al ritmo actual o a un ritmo más acelerado podría generar el derretimiento total del casquete polar de Groenlandia, hecho que provocaría un aumento del nivel del mar muy considerable, de hasta unos 7 metros (IPCC, 2007). Asimismo, los glaciares de la región Andina en los próximos 15 años tenderían a desaparecer, fenómeno que afectaría la disponibilidad del agua para la agricultura, para el consumo humano y para la generación de energía eléctrica (Cano, 2008).
En Colombia frente a la elevación del nivel del mar la población más afectada será la ubicada en la región caribeña, la comprendida entre las islas de San Andrés y Providencia, zona que aporta alrededor del 16% del PIB. Esto indica que un gran porcentaje del territorio se inundaría (Cano, 2008).
El cambio climático se convierte en un desafío para que las naciones en vía de desarrollo logren sus metas para combatir la pobreza, esto porque sus efectos ya se hacen presentes en inundaciones, olas de calor e inundaciones más fuertes y frecuentes, entre otras; se encargan de que las personas y los gobiernos replanteen sus acciones de vida y sus políticas para lograr un desarrollo sostenible (Banco Mundial, 2010).
Deja una respuesta